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Introducción
¿Cómo se remueva la confusión que te impide ver tu naturaleza sagrada? Todos nacemos con esa confusión y lo que nos llega por nuestros sentidos te hace tener una visión limitante de tu verdadera naturaleza. Necesitas tener una visión más amplia a la película y para ello has de prepararte y exponerte al conocimiento de que Tú eres de la naturaleza de la consciencia que todo lo abarca, pero que a su vez no puede ser tocado por nada, ni por nadie.
Lo que genera el malestar es tu estado interno, de este modo cualquier gota rebosa el vaso
El mundo de las formas
El mundo material es evidente para ti en muchas cosas. Así los objetos de consciencia cambian y vas tomando consciencia de una cosa o de otra. Nadie se confunde de su identidad externa, nadie se confunde con otro objeto pero ¿qué pasa si uno se acerca un poco más?
Tu cuerpo es evidente para ti, lo mismo que un animal, una mesa o una silla es evidente para ti. Por lo tanto, está en el ámbito de lo que es observable. Lo mismo ocurre con una emoción, pero cómo éstas ocurren dentro de ti te cuesta más objetivarlas. De alguna manera las cosas que tienen que ver con tu existencia vital como mente, cuerpo y emociones no las objetivizas de la misma manera como lo haces con los objetos externos.
Ves a tus atributos en primera persona, por eso dices: mi cuerpo, mi ira, mi mente,… ese ámbito de lo evidente es el ámbito de lo objetivizable, de lo que es evidente para ti. Entonces esa no puede ser tu verdadera naturaleza porque Tú no eres un objeto, no te definen los atributos.
Tú te reflejas en todas partes pero no eres ninguna de ellas.
Te sientes con sueño, con hambre, con energía,… pero este no eres tú. Tú no eres aquello que sabes o que percibes a través de tus sentidos. Paso a paso vas descartando lo que no es tu verdadera naturaleza sagrada.
Tu naturaleza sagrada nunca puede ser un objeto limitado y temporal
Tu naturaleza sagrada
El Ser se refleja en cada parte por eso te sientes vivo. Todo está vivo gracias a la verdadera naturaleza que sostiene la vida, Pura Consciencia, que te es prestada y que tarde o temprano volverá a su Fuente Original.
Hay una cosa que está antes que la otra. Ley de causa y efecto, el Sujeto es la esencia del objeto. Alguien ocupa algo. Lo visto y aquel que ve. Lo que se ve es producto del que ve.
Te identificas con los atributos y le pones emoción, pero no es tu verdadera identidad. Y si pudieses ser como el actor que interpreta los diferentes papeles pero luego siempre es capaz de descansar en su verdadera naturaleza de paz, dicha, gozo absoluto.
Tu naturaleza es de total comodidad, de total plenitud
El primer contacto con un plato delicioso, o una sonrisa espontanea, es que la experiencia me da un momento de dejar de enfocarme ten todos los demás o quitar de mi vista la limitación. Situación de felicidad, de estar contento. No es el poder del objeto, es la visión la que te hace posible el acceso a contemplar tu verdadera naturaleza sagrada e ilimilitada.
Moksha, aquella meta es realmente un bienestar que se obtiene sólo a través del conocimiento y la no diferenciación entre el mundo, tú y Dios.
Tú eres Aquello
Conclusión
Espero te haya sido provechoso el artículo sobre tu verdadera naturaleza sagrada y te ayude a potenciar tu bienestar personal. Las palabras son contradictorias pues La Verdad no se puede explicar con palabras. Tú eres Paz y Dicha. No hay dos sujetos, parece que hubiera división y no es porque tus sentidos estén mal. Hay un montón de cosas ante ti que el yo se ve reflejado. Tu casa, tu cuerpo, tu dolor, tus deseos, tus sueños… el Yo está presente en mi propia subjetividad. El Sujeto es distinto a todos los roles que juega, oyente, estudiante, tiene que ver contigo, asumes un rol, pero ese papel no eres tú. Las palabras apuntan de alguna manera al Ser, que eres tú. El conocimiento se revela en forma de Ananda o el gozo de conocer.
Una vida sencilla te ayudará a entender tu naturaleza esencial
Si te gustaría seguir leyendo más sobre el tema no te pierdas el libro Dicha en el caos
Espero nos volvamos a ver pronto
Cuídate
La foto de portada pertenece a Erriko Boccia en Unsplash